
La Vida es un Suspiro
El día de ayer sábado platicaba con Flor y me contaba sobre una amiga suya que padece de Cáncer terminal y por quien los médicos no pueden hacer más y al escuchar un poco esa historia y compararla con lo sucedido en la película de Philadelphia, no puedo más que agradecer por lo que tengo y reflexionar sobre lo corta que son nuestras vidas.
Pero además de eso, hay otras implicaciones como por ejemplo la forma en que todos reaccionamos de una forma u otra ante hechos como esos.
En la película, claramente se nota la línea de racismo y de repulsión que una persona enferma de VIH-SIDA causa a ciertas personas con las que se relaciona, en su trabajo, donde siempre se mostró más que competitivo, con algunos de sus conocidos y en un abogado al que acude para resolver los conflictos laborales suscitados por su despido injustificado.
Observamos como la sociedad se convierte en juez y parte ante circunstancias que aún no comprende o le da miedo comprender que existen y están ahí, el tema del homosexualismo tratado también en la trama es harina de otro costal, pero también nos demuestra lo poco tolerantes que somos.
El punto es, que ante dos enfermedades distintas pero mortales como son el Cáncer y el VHI-SIDA, nosotros reaccionamos distinto, a algunos nos llega la inflexibilidad, la intolerancia, la indiferencia, la repulsión, y nos alejamos, hacemos que no existen esas personas. Y otros, nos informamos, tratamos de reflexionar y de sacar el máximo de provecho ante situaciones tan penosas y fuertes como esas.
Valga el presente escrito como un reconocimiento humilde a todas esas personas cuyos ideales, principios y corazones son más fuertes que los prejuicios y la ignorancia de la mayoría de nosotros, con esas enfermeras, médicos, abogados, y personas en general que se sensibilizan y concientizan lo suficiente como para entender las raíces del problema.
Porque mediante ellos y gracias a los ejemplos de VIDA que los pacientes portadores de tan estrujantes enfermedades nos dan, es como podemos hacernos más conscientes y sensibles sobre las realidades que vivimos y sólo entonces (en muchos casos) nos damos cuenta de cómo desperdiciamos nuestro tiempo quejándonos por ridículas e ínfimas tonterías como un bloqueo, la falta de algún servicio en nuestras comunidades, el que suframos alguna dolencia física, o el que la gente piense distinto a nosotros.
Para ti Flor, por tu empeño, profesionalismo y entrega en tu labor como enfermera; pero sobre todo, por tu enorme calidad humana y tu sensibilidad ante el dolor ajeno.
Israel
El día de ayer sábado platicaba con Flor y me contaba sobre una amiga suya que padece de Cáncer terminal y por quien los médicos no pueden hacer más y al escuchar un poco esa historia y compararla con lo sucedido en la película de Philadelphia, no puedo más que agradecer por lo que tengo y reflexionar sobre lo corta que son nuestras vidas.
Pero además de eso, hay otras implicaciones como por ejemplo la forma en que todos reaccionamos de una forma u otra ante hechos como esos.
En la película, claramente se nota la línea de racismo y de repulsión que una persona enferma de VIH-SIDA causa a ciertas personas con las que se relaciona, en su trabajo, donde siempre se mostró más que competitivo, con algunos de sus conocidos y en un abogado al que acude para resolver los conflictos laborales suscitados por su despido injustificado.
Observamos como la sociedad se convierte en juez y parte ante circunstancias que aún no comprende o le da miedo comprender que existen y están ahí, el tema del homosexualismo tratado también en la trama es harina de otro costal, pero también nos demuestra lo poco tolerantes que somos.
El punto es, que ante dos enfermedades distintas pero mortales como son el Cáncer y el VHI-SIDA, nosotros reaccionamos distinto, a algunos nos llega la inflexibilidad, la intolerancia, la indiferencia, la repulsión, y nos alejamos, hacemos que no existen esas personas. Y otros, nos informamos, tratamos de reflexionar y de sacar el máximo de provecho ante situaciones tan penosas y fuertes como esas.
Valga el presente escrito como un reconocimiento humilde a todas esas personas cuyos ideales, principios y corazones son más fuertes que los prejuicios y la ignorancia de la mayoría de nosotros, con esas enfermeras, médicos, abogados, y personas en general que se sensibilizan y concientizan lo suficiente como para entender las raíces del problema.
Porque mediante ellos y gracias a los ejemplos de VIDA que los pacientes portadores de tan estrujantes enfermedades nos dan, es como podemos hacernos más conscientes y sensibles sobre las realidades que vivimos y sólo entonces (en muchos casos) nos damos cuenta de cómo desperdiciamos nuestro tiempo quejándonos por ridículas e ínfimas tonterías como un bloqueo, la falta de algún servicio en nuestras comunidades, el que suframos alguna dolencia física, o el que la gente piense distinto a nosotros.
Para ti Flor, por tu empeño, profesionalismo y entrega en tu labor como enfermera; pero sobre todo, por tu enorme calidad humana y tu sensibilidad ante el dolor ajeno.
Israel